lunes, 28 de mayo de 2012

EL ORIGEN DE LA VIDA

EL ORIGEN DE LA VIDA
Alexander Oparín

La búsqueda del origen de la vida ha sido un propósito planteado por el ser humano desde épocas muy remotas. En la medida del avance de sus conocimientos y de la ciencia se ha podido desvirtuar muchas teorías que han intentado descifrar el origen de la vida.

No existe un solo sistema filosófico o religioso, ni un solo pensador de importancia, que no haya dedicado su atención a resolver esta incógnita. En cada época diferente y durante cada una de las distintas fases del desarrollo de la cultura humana, este problema ha sido resuelto con base a métodos diversos. Sin embargo, en todos los casos ha constituido el centro de una lucha intensa entre las dos filosofías irreconciliables, el idealismo y el materialismo.

Según los idealistas, todos los seres vivientes, incluyendo al hombre entre ellos, habrían surgido primariamente dotados de una estructura poco más o menos igual a la que hoy en día poseemos gracias a la acción de fuerzas anímicas supramateriales: como resultado de un ser creador o Dios supremo; por la acción del alma, de la fuerza vital, etc. En otras palabras, sería siempre el resultado de aquel principio espiritual que, según los conceptos idealistas, constituye la esencia de la vida.

Por otro lado, los naturalistas y filósofos de tinte materialista, partían de la tesis, según la cual, la vida, lo mismo que todo el universo restante, es de naturaleza material, no siendo necesaria la existencia de principio espiritual alguno para explicarla. En consecuencia, al ser la generación espontánea un hecho autoevidente para la mayoría de ellos, la cuestión se limitaba a interpretar este último fenómeno como el resultado de leyes naturales, rechazando toda injerencia por parte de fuerzas sobrenaturales. Creían así que la manera correcta de resolver el problema del origen de la vida consistía en estudiar, con todos los medios al alcance de la Ciencia, aquellos casos de generación espontánea descubribles en el medio natural o inducidos experimentalmente.

Ha sido tan sólo en nuestra época, partiendo de una generalización del abundante material acumulado por las Ciencias Naturales durante el siglo XX, cuando se ha logrado trazar un bosquejo del desarrollo evolutivo de la materia, llegándose incluso a precisar las etapas probables que este proceso ha seguido hasta la aparición de la vida. A consecuencia de ello, han quedado abiertas grandes posibilidades para el estudio experimental del problema de la biogénesis.

En la actualidad queremos comprobar experimentalmente nuestras hipótesis: reproducir artificialmente las diversas etapas del desarrollo histórico de la materia y, en último término, sintetizar vida. Pero esta vez, sin embargo, no ya siguiendo el largo y tortuoso sendero recorrido por la Naturaleza hasta la consumación de esta síntesis, sino que procuraremos reconstruir deliberadamente la organización que encontramos, ya acabada, en los seres vivos actuales. Esto es lo que hoy logramos mediante la técnica de la clonación.

Los aportes de Charles Darwin, con la obra “La evolución de las especies”, ha permitido entender el proceso evolutivo de los seres vivos, de tal manera que podemos probar que éste proceso ha sido responsable de la gran biodiversidad de los seres vivos que vivimos que en este planeta. No obstante, no podemos desconocer la presencia de un ser supremo que nos acompaña y nos guía para que la humanidad tenga unas normas morales de comportamiento y de conducta, sin los cuales no se podría convivir en paz y armonía. Así las cosas, es conveniente entender, que si la teoría idealista fue desvirtuada, NO podemos desconocer la presencia de un Dios Supremo que nos ama y nos protege.

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